sábado, 25 de agosto de 2012

Capítulo 6: Harima Kenji


Harima
Kenji
Harima está enamorado de Tenma
Harima tiende a cautivar a quien lo trata a fondo



¿Cómo había terminado así? ¿Cómo es que después de ver a Tenma comiendo feliz mente a solas con Nobunaga había terminado en casa de una extraña?
Ella estaba tomando un baño y me había pedido que me pusiera cómodo, ¿Cómo podía hacer semejante cosa? Era un bonito lugar: la habitación estaba pintada de blanco con flores rosas y el ambiente era fresco, había una televisión y una mesita. No había otras habitaciones más que el baño y la cocina dignamente equipados, ¿así que ahora viviría ahí?
Me quité los lentes oscuros e intenté peinarme, pero por el clima lluvioso me era imposible tenerlo relamido y estaba alborotado.
Frente a mí, en la mesita estaba el sobre amarillo, que dentro resguardaba la razón de mi depresión: la novela en la que escribí todo lo que sentía por Tenma.
-no seas cohibido, por favor Harimin. –dijo mi compañera de cuarto, que estaba secándose el cabello con una toalla blanca, era una mujer era muy linda. –siéntete como en casa, vivirás aquí un tiempo, ¿no?
-supongo… gracias Kari.
-no te fijes, ¿quieres beber y hablar para sacar las penas?
Aunque se notaba que era mayor que yo; su aura juvenil e inocente cubría mi vista, sus ojos castaños expresaban preocupación sincera, se acercó a mí y me tomó de la mano.
-acércate a la mesa, traeré unas cervezas.
-si
-entonces, Harimin… ¿Qué significa esto? –preguntó con cortesía señalando el sobre amarillo.
-¿eso? Bueno… eso es ¡solo basura! –tomé el sobre con ambas manos y lo lance al bote de basura.
-¡Harimin! ¡Lo siento! ¡Cálmate por favor!
-lo siento Kari… sabes… solo quería que ella lo viera en alguna librería y pensara “que perdedor” con eso habría sido el hombre más feliz del mundo…
-¿pero?
-a ella le gusta otro chico, un enano que la ignora como si fuera un perro.
-eso no significa que sea el final.
-¿lo crees?
-sabes… a mí también me acaban de abandonar: mi ex novio se fue con otra hace un mes, por cierto: puedes usar su ropa mientras vivas aquí.
-gracias, ¿Por qué terminaron?
-amor… supongo que repentinamente dejó de sentir algo por mi y se fue.
-ya veo, se acabó el amor.
-eso significa que no era amor… Harimin. Si tu olvidas a una persona, así pasen mil años no es amor. Pues el amor verdadero es eterno.
-¿tu lo amabas verdaderamente?
-las ventaja es que el amor puede renacer… como justo ahora, -ella se arrodilló y fue acercándose a mi lentamente, permitiéndome ver su muy desarrollado y excelente cuerpo. –frente de ti, en este momento está renaciendo.
No supe cómo responder y me di media vuelta, ella al parecer se sintió mal por ello.
-pero que tonterías he dicho, no me escuches Harimin… me voy a la cama, buenas noches.
Ella subió a su cama y me dio la espalda, me recosté en la cobija que había en el suelo para mí.
-perdona Kari, es solo que no sé ni quién soy.
-no te preocupes, ¿a qué hora vuelves mañana?
-a las 4, quisiera comprarte algo de agradecimiento.
-no hace falta Harimin.
-igual lo hare, buenas noches.
El sol me obligó a abrir los ojos, aun era temprano para ir a la escuela, pues ese día entrabamos a las 12 y salíamos a las 2, así que decidí limpiar un poco.
Cuando pasé a limpiar la cocina había una notita pegada en el refrigerador, decía:
“Harimin, leí tu novela y me encantó, nunca dejes de escribir por favor. Te dejo 1000 yenes para que gastes. Te espero para comer”
Esta chica valía oro para mí, me salvó de no querer volver a lo mismo de siempre, me salvo de caer en la desesperación por no poder tener a Tenma… además de que me dio nuevas esperanzas, con esos pensamientos positivos me fui a la escuela.
Durante el periodo de clases no hubo nada fuera de lo común, a pesar de mi ausencia mi lugar seguía perteneciéndome así que pude ver tranquilamente a Tenma durante las pocas horas de clase, a la hora del almuerzo Yuuto me invitó a reunirme con ellos de nuevo y me sentí agradecido. Seguían reuniéndose en la azotea, exceptuando a Tenma y a Nobunaga que ahora acostumbraban comer juntos. Me invitaron a salir con ellos después de la escuela pero antes de eso me enteré que Tenma llevaría a Nobunaga a comer. Mi sangre hirvió por mis venas y me negué a acompañar a mis nuevos amigos, tenía que saber lo que tenían esos dos.
Esperé pacientemente en la entrada de la escuela por Tenma y Nobunaga, cuando salieron me fui despistadamente detrás de ellos, Tenma estaba muy nerviosa y no decía nada, Nobunaga le era indiferente y solo caminaba sin mirar en ninguna dirección.
-oye, Nobunaga... ¿te gusta mucho el estofado verdad?
-sí.
Hubo otros 5 minutos de silencio, Tenma parecía intranquila; como buscando urgentemente un tema de que hablar con él.
-oye, ¿te estoy aburriendo?
-no.
Las conversaciones de Nobunaga con Tenma eran tan secas que cualquier chica común le hubiera dicho que se fuera a pelar rábanos, pero Tenma estaba tan cegada con el que el solo estar a su lado le bastaba. Algo bastante parecido a lo que yo sentía por ella.
-Mira, ¡Nobunaga! ¡Un adivino!
En medio de la calle había un anciano con una bola de cristal y una mirada perdida.
-¿quieres que lo intentemos, Nobunaga?
-si…
Se acercaron a con el anciano y le pagaron lo indicado. Seguido el anciano comenzó a hablar.
-ustedes tienen una relación con futuro, pero el chico tiene otro gran amor.
-¿Qué? ¿Otro amor? –Tenma se mostro mortificada. -¿eso me hace a mí un amor suyo?
-No he dicho eso. –dijo el anciano. –solo he dicho que pueden tener futuro si él te elige por sobre su verdadero amor actual.
-¿sabes a que amor se refiere el, Nobunaga?
-Si
-Y… ¿me quieres más que a ella?
-No
-ya veo. –Tenma intentaba no dar a mostrar su decepción. –y sí, yo tuviera una dotación de estofado para toda la vida y ella no, ¿me elegirías a mi?
Nobunaga se quedó en silencio mirando en otra dirección, pensando su respuesta.
-N…N… ¡Nobunaga no puede elegir entre mi alianza de estofado y yo! ¡Ya no puedo más, discúlpame!
Tenma rompió en llanto y se fue corriendo en mi dirección, apenas tuve tiempo de lanzarme a unos botes de basura para que no se diera cuenta de mi presencia.
-Deberías ir tras ella, jovencito. –le dijo el anciano a Nobunaga. –creo que se ha ofendido.
La mirada de Nobunaga era de indiferencia, -Maldito enano. –Pensé. No pude más y salí de mi escondite para encararlo, Nobunaga se estremeció al verme salir de entre la basura; me importó un bledo y me acerqué a él para golpearlo, mi sorpresa fue que el enano hábilmente esquivó mi golpe.
-¡Idiota! –le grité. -¡cómo te atreves a hacerle daño a una chica tan linda!
Le lancé una patada con el mismo resultado, con un salto se quitó de mi área letal.
-Ve tras ella, Harima.
-¿Qué?
-Por desgracia he dejado desprevenido a mi otro amor, mi amado anime. Ve tras ella y consuélala un poco, yo tengo que ir a comprar unas cuantas revistas.
El corrió en dirección opuesta a Tenma y me quedé extrañado y confundido.
-Ve tras ella, ¡tonto! ¿No ves que iba llorando? –Me regañó el anciano.
-¡Es verdad! –grité; corrí tras Tenma como alma que lleva el diablo.
Tenma había corrido en dirección a la escuela así que rápidamente estuve cerca de alcanzarla: ella estaba del otro lado de la calle, bajando el puente peatonal.
Corrí con astucia entre las escaleras del puente peatonal y lo crucé como un rayo, sin embargo cuando iba bajando me tropecé con mis pies y caí a la mitad de las escaleras: di más o menos 5 vueltas y caí con la espalda. Mi cuerpo me dolía de pies a cabeza y no podía levantarme, a duras penas pude ponerme de rodillas. Mi gran oportunidad de confesarle a Tenma mis sentimientos se alejaba y yo ni siquiera podía levantar la mirada.
Una sombra con forma de cabeza cubrió el sol en mi frente, levante la mirada y pude ver una chica con el uniforme de la escuela ofreciéndome la mano, era la silueta de Tenma; le tomé la mano y le dije con la mayor dulzura que mi situación me permitía:
-Te amo… Estoy perdidamente enamorado de ti desde el primer momento en que te vi.
-Por fin lo dije. –Pensé, victorioso; ahora si podía morir en paz. Abrí mis ojos con interés de ver la reacción de Tenma y mi sorpresa fue mayor aun.
Elizabeth estaba frente a mí, con los ojos muy abiertos, me había confesado a la persona equivocada. -¿ahora qué hago? –Me preguntaba a mí mismo, ¿Qué se hace en estas situaciones tan incomodas?
-N…N…No sé qué decirte, Harima… vaya… es muy repentino… pues…
Elizabeth estaba abochornada: su rostro estaba rojo y había desviado la mirada.
-¡Harimin! ¿Pero que te ha pasado mi amor?
Kari llego por detrás de Elizabeth y con un ligero empujón separó nuestras manos y me ayudó a levantarme pasando mi brazo por su cuello.
-vámonos a casa mi amor, te prepararé un delicioso estofado.
Yo estaba estático, congelado, en shock. No pude articular ninguna palabra para Elizabeth que me miraba extrañada.
-¡oye, Bigotes! –gritó Elizabeth cuando Kari empezaba a darme la vuelta para llevarme a su casa.
-¿Bigotes? ¿Me hablas a mí? Elizab…
No pude completar mi pregunta: recibí una bofetada de la rubia que tenía una cara llena de ira.
-…Y me dijiste que te gustaba el curry, eres de lo peor. –gruñó dándose la vuelta y alejándose con gracia.
-Vaya, Harimin ¿qué le hiciste a esa chica?
-Me duele todo Kari, creo que voy a morir.
Cuando desperté estaba en la cama de Kari, con vendas en los brazos y en las piernas. Ella estaba atendiéndome mis heridas de la cara.
-Harimin está muy inflamado, ¿Por qué estaba tan enojada?
-No estoy muy seguro. –dije con naturalidad. –pero es del “tipo princesa” ¿sabes? Es una chica rica que tiene todos los lujos. Así que probablemente simplemente odie a las personas como yo, pero gracias a ella finalmente he abierto los ojos.
-¿Eh?
-Mañana le confesare mis sentimientos a la chica que amo. Y si me rechaza dejaré la escuela.
-Harimin… -Kari puso un rostro de preocupación. –tiene que haber otro camino, no dejes la escuela.
-No te preocupes, solo voy a la escuela por ella de cualquier forma, ahora ya no tiene caso.
-Ya veo, eso significa que también vas a dejarme a mí, si no te importa. –se acercó a mi brazo. –solo un poco mas… quiero tenerte aquí un poco más.
Kari hasta el momento me había tratado como un rey, incluso estaba curando mis heridas a pesar de tener tan poco conociéndonos; separarme de ella me dolía mucho.
-G… Gracias por haber cuidado de mí.
Ella suspiró. –era muy feliz al venir a casa y tener quien me recibiera.
-Gracias por estos días tan divertidos, Kari… también por tus consejos y apoyo.
-Sigue escribiendo, ¿sí?
-Claro.
Tomé dos hojas en blanco y en una escribí mi renuncia, en otra escribí una carta para Tenma pidiéndole que se reuniera conmigo en el gimnasio a la hora de la salida. Así me sentí listo para el día siguiente en la escuela. Mi última noche en casa de Kari fue tranquila y cálida. Dormí como no lo había hecho en mucho tiempo.



La mañana era joven y yo también lo era, el destino se burlaba de mi una y otra vez impidiéndome confesar mis sentimientos a Tenma Muguki así que estaba decidido que arriesgaría toda mi vida escolar en este último intento.
En ambos bolsillos de mi pantalón llevaba las cartas: una carta de confesión de amor para dejar en el casillero de Tenma, y una carta de renuncia a la escuela en caso de una negativa. Limpié mis gafas y me acomodé el peinado para verme apuesto en el momento cumbre de mi vida amorosa: mi confesión suicida.
Corrí por entre los casilleros y deje la carta con rapidez en el casillero de Tenma, después me fui al gimnasio donde le pedí que nos reuniéramos, no tenía ni fuerzas ni ánimos para ir a clases ese día tan crítico.
En el gimnasio no había nadie por ser entresemana, así que me recosté en las gradas de las canchas de baloncesto e intenté tomar una siesta, imposible para la intranquilidad en que me veía asediado, así que me limite a recordar cómo era mi vida hasta que Tenma entró en ella.
Yo era miembro de una banda en Tokio, llamada dragones azules que se dedicaba a proteger la zona este de la ciudad y a robar vehículos de la zona oeste, la zona de los sushi – sushi, banda rival que cuando observaba a uno de los nuestros en su zona inmediatamente disparaban sin preguntar.
-Harima, ¿vez a ese lindo bebe? –preguntó el viejo John señalando a una motocicleta Harvey Davidson azul zafiro estacionada frente a un bar en las afueras de la zona oeste.
-Es hermosa. –admití con una sonrisa. – ¿es la motocicleta de Marón, no?
Marón era el jefe de los sushi - sushi, un gigantesco calvo que con un golpe podía destrozar un árbol.
-Sí, ese malnacido la robó de una familia rica de nuestra zona… ¿te gustaría poder viajar en ella Harima?
-¿Quieres esa motocicleta para ti jefe?
-No… idiota… tú no tienes motocicleta y eres de los nuestros, creo que ese bebe merece ser tuyo. Como regalo de cumpleaños.
-Jefe…
-Anda, no seas tímido. ¿Aceptas?
-Como decir que no. –admití, esa motocicleta era hermosa.
-entonces está decidido, entraremos ahí y le arrebataremos las llaves para que esa preciosura se venga con nosotros; llama algunos muchachos.
Esperamos en esa estación telefónica durante unos 20 minutos hasta que llegaron 10 camaradas y cruzamos la terracería para entrar al bar de mala muerte.
Había al menos 20 sushi – sushi bebiendo en la barra o jugando en las mesas de billar, era su lugar favorito de reunión. Entre los bebedores resaltaba el gigantesco Marón, su calva brillaba ante las lámparas de noche que colgaban del lugar.
-¡dame otra, David! –gritaba el gigante al cantinero. –hoy estamos felices.
-maldito bastardo. –dijo el viejo John apretando sus puños. –seguro esta festejando el asesinato de nuestros hermanos.
-entonces, ¿Qué hacemos aquí, jefe? –preguntó uno de nuestros camaradas. – ¿vamos a dispararles o algo así?
-pues, Harima viene a golpear a Marón; nosotros venimos a evitar que interfieran.
-¡¿Qué?! –exclamé, sorprendido.
-bueno, ¿esperabas que simplemente robáramos la motocicleta? No es nuestro estilo, gánasela limpiamente y serás aceptado como mi sucesor en unos años, muchacho.
-vaya, Harima el viejo te está dando una gran oportunidad… esa motocicleta no solo vale cientos de miles de dólares por ser una clásica en estado optimo, si no que será el trofeo que te probara como su sucesor en unos años más, que envidia.
En esos días mis prioridades no eran las mismas, para mí los dragones azules eran mi familia y me daban la confianza de poder patearle el trasero al enemigo más odiado, acepté en silencio caminando directo al gigantón.
-hey, gordo idiota. –grité con aspereza. –vengo a saldar cuentas contigo de una vez, por lo que le hiciste a mi hermano.
Los que estaban jugando Billar no se inmutaron, como si no se hubieran dado cuenta de mi presencia; pero los de la barra voltearon a verme de forma hostil.
-eres Harima Kenji, ¿verdad? El niño consentido del idiota de John. –dijo con indiferencia Marón.
-no te metas con John. –grité acercándome más a él.
-hey, imbécil mejor vete de aquí. –dijo uno de los de la barra.
-espera, espera. –interrumpió Marón. –creo que el mocoso quiere probarse contra mí.
-no soy un mocoso, pero así es.
-tienes 16, eres un niño. No interrumpan amigos; esto será rápido solo conmigo. Hay que hacerle entender que esto no es un juego de mocosos que se creen buenos solo porque han ganado a sus amigos en la escuela.
Marón se levanto, era un calvo con una barba canosa que media más o menos 2 metros y pesaba unos 150 kilogramos, sus brazos eran como los de un gorila y de solo mirarlo a los ojos intimidaba, pero yo no me iba a echar para atrás.
-seré algo viejo, pero todavía no nace el bastardo que pueda conmigo. –alardeó antes de soltar un rápido puñetazo dirigido a mi nariz, me lancé hacia atrás para esquivarlo.
Seguido de eso me lanzó otro golpe ahora apuntando a mi pecho, me lo quité con el codo y golpeé su cara con mi frente, haciéndolo retroceder; no tardó mucho en reaccionar y me lanzó una patada que dio en el blanco: directo al pecho, con tal fuerza que me tiró al suelo.
-¿vez? Tienes 16 años, vete a casa por favor.
Solo había algo que me enfadaba más que el hecho de que ellos mataran a mi hermano: que me menospreciaran por mi edad. Me levanté y lancé una patada a su estomago, retrocedió una vez más; dándome oportunidad de dedicarle unos cuantos golpes con puños en los riñones seguidos de un jab al rostro.
El anciano cayó al suelo, busqué entre sus bolsillos las llaves de la motocicleta y Salí caminando, sorprendido de que sus subordinados no intentaran detenerme.
-espero que sepas lo que has ganado llevándote el trofeo, este mundo no debe de ser para ti.
El viejo hablaba mientras se levantaba a trompicones, le ignoré y Salí del bar para encontrarme con mis amigos.
-¡estoy orgulloso de ti! –dijo uno.
-¡le enseñaste a ese idiota lo que los dragones podemos hacer! –dijo otro
-¡ahora sube a ese bebe y vámonos a casa! –dijo el viejo John
La Harley Davidson 1980 azul zafiro siempre fue mi modelo favorito de motocicletas, el tener una parecía un sueño. Pues ni los más afortunados y millonarios coleccionistas podían darse el lujo de encontrar tan raro tesoro: solo se habían fabricado 10 en todo el mundo. Subí en ella y Salí a toda velocidad para reunirme con todos en la estación, donde seguramente me esperaba una fiesta con cerveza y pizza por mi asenso futuro como líder.
-Vaya que es hermosa… creo que si quieres cambiarla por mi vieja motocicleta aceptaré, Harima. –dijo el Viejo John
-Ni de broma, la cuidaré para toda la vida.
Mi fiesta de triunfo había terminado, eran las 5 de la mañana y solo quedábamos el Viejo John, Miko y yo. Estábamos fuera de mi casa apreciando la nueva adquisición.
-eso espero, es tu trofeo y debes cuidarla como tal, ¿lo prometes?
-¡claro!
-tu hermano estaría orgulloso. –dijo Miko.
-así es. –asintió el viejo.
Hubo un silencio sepulcral, hablar de mi hermano no era algo para lo que yo estuviera listo. Había pasado hace tan solo un mes y era algo que me hacia querer huir de esa maldita ciudad donde solo tenía problemas.
El silencio fue sepultado: el ruido de un automóvil acercándose a toda velocidad nos alerto a los 3, el viejo se paró frente a Miko y a mí y esperó la llegada de la camioneta purpura.
-hey, bastardo. El jefe nos prohibió que te hiciéramos algo pero ahí le va un regalito a tu jefe. –gritó uno de los que estaban dentro de la camioneta.
Los disparos comenzaron tan rápido como se terminaron y la camioneta avanzó a toda velocidad, cuando dieron vuelta en la esquina el Viejo John apenas estaba cayendo al suelo.
-¡Viejo! ¡Viejo!
Se había ido, había recibido 7 disparos en el pecho y su mirada amable pero autoritaria se había escondido tras sus parpados ya sin fuerza.
-¡no! –gritó Miko. –esto no va bien, cuando se enteren que el viejo se fue las calles se irán del lado de Sushi – Sushi.
-Rápido, ¡Harima! Ve a buscar a todos los que puedas reunir, esta noche se acaba todo. Iremos al oeste a matar a balas frías.
-S… ¡Sí! –subí en la motocicleta, no sin antes mirar al viejo y arranqué por las viejas calles de Tokio. Recordé lo que Marón me había dicho esa misma noche “este mundo no debe ser para ti” también recordé a mi hermano, incinerado sin piedad por esos idiotas, recordé a otros tantos amigos y a otros tantos conocidos que habían tenido finales parecidos. Tal vez este mundo no era para mí. Extrañamente permití que la motocicleta me llevara al lugar más correcto.
Así termine viviendo con mi prima Midori, en la ciudad donde ahora estaba esperando a la chica que amaba para confesarle mi amor. Muchas cosas habían cambiado.

-esto… disculpe, joven… ¿ha visto una bolsita purpura con dinero dentro?
Una chica muy linda, delgada de cabello negro con ojos oscuros penetrantes me miraba esperanzada.
-no, lo siento… ¿la dejaste aquí?
-esto… así es joven, pero no la encuentro. Y como usted tiene rato pensando aquí creí que pudo haberla visto.
-¿Cuánto dinero tenia?
-esto… solo el dinero para comprar bebidas en la escuela para mi hermana y para mí.
-me caes bien, chica… toma 1000 yenes, se supone que debo comer con ellos pero no tendré hambre en todo el día, estoy seguro.
Bajé de las gradas y me reuní a su lado, ella se miraba muy tímida y algo insegura. Pensó mucho antes de retomar la conversación.
-no sé si sea correcto, joven.
-no te fijes da igual.
-se lo pagaré.
-no hace falta… hay que ayudarnos en las necesidades. ¿No?
-esto… si, gracias. –hizo una reverencia y se alejó casi corriendo del lugar.
-pero que gente más extraña viene a esta escuela. –pensé. -4 ojos galanes, enanos otakus, princesas ricachonas, ricachonas inocentes, pelirrojas descaradas, y ahora flacas tímidas.
-Harima… -Dijo una voz a mis espaldas que recién había ingresado al gimnasio. –leí tu carta.
Me di la vuelta con ligereza y pude ver sus colitas como antenas tambalearse al caminar.
¿Así que había llegado la hora? ¿Qué pasaría conmigo? Seguramente ella diría que no pensaba en mí como más que un simple compañero o se burlaría de mis sentimientos. Esperé con paciencia a que se pusiera a mi altura, puso su mano en mi hombro y me dijo con alegría:
-no sé qué demonios hacia tu carta de renuncia a la escuela en mi casillero, pero ¡ten!
Mi cuerpo perdió fuerza, ¡era un idiota! ¡Había echado a perder mi oportunidad más grande! ¡Había confundido mi carta de amor con la de renuncia!
Caí de rodillas y me puse las manos en la cabeza, lamentándome.
-oye… Harima. –dijo Tenma.
-¿eh?
-No quiero que terminé así… ¡ven a la escuela!
-s… si.
Llegué a casa de Midori, abrí la cochera y ahí estaba: un azul zafiro cual piedra preciosa resaltado por el plateado de sus piezas motoras. En sus bolsas de cuero a los lados se podía apreciar con letras estilizadas “Harima Kenji”
-oye… Marón… gracias  por ayudarme a entender que ese no era mi lugar. –dije a la motocicleta para después entrar a la casa para hablar con Midori sobre mi ausencia repentina. Ella estaba viendo televisión y comiendo chicharrones.
-hey, Midori… han pasado muchas cosas… jejeje… pero ya estoy de vuelta… jejeje.
-¿Quién… demonios eres tú? –dijo con asperidad; Para volver a prestar atención a su programa.

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